Por qué la urgencia de un proceso de justicia transicional con perspectiva de género

por | Animal Político, Autoria

Diana Ortega Torres
Texto publicado originalmente en Animal Político

A pesar del gran número de techos de cristal que fueron rotos en el siglo XX y la primera década del siglo XXI, la lucha por incluir la perspectiva de género en los procesos de paz, justicia y reconciliación es una batalla que sigue en pie. La explicación de Shana Tabak (2009),1 del Centro de Justicia Tahirih, es que la justicia transicional ha sido “secuestrada de la crítica feminista”, lo que ha impedido que el rápido crecimiento de esta disciplina se adapte a los cambios en los roles de género y los espacios que las mujeres han ido ocupando, tanto en la esfera pública como en la privada.

¿Por qué necesitamos una justicia transicional con perspectiva de género? Muy sencillo: mientras no seamos capaces de analizar el rol de las mujeres en el conflicto desde un punto de vista interseccional y libre de dicotomías, estereotipos y revictimización, no podremos elaborar mecanismos verdaderamente efectivos de restitución, construcción y preservación de paz.

Hace once años, un estudio titulado “”Gendered Peace: Women’s Struggles for Post-War Justice and Reconciliation” realizado por las Naciones Unidas (2009)2 representó la primera victoria para una visión de justicia transicional con perspectiva de género, ya que se reconoció no solo el importante papel que tienen las mujeres en tiempos de conflicto, sino también la interseccionalidad del mismo.

En este estudio, Pankhurst (2009) explica que la interseccionalidad del rol de las mujeres en situación de conflicto implica reconocer tres puntos clave: primero, que más allá de ser sólo víctimas, las mujeres pueden jugar un rol importante en tiempos de guerra. Segundo, habla de la importancia de no categorizar todas las experiencias de las mujeres como iguales, basándonos únicamente en su género para homogeneizar sus vivencias. Tercero, sostiene que, al borrarse las fronteras entre el “frente de guerra” y el “frente de casa” después de la Guerra Fría, muchas mujeres salieron de las limitaciones de la esfera privada y se convirtieron en actores relevantes para el entendimiento de los conflictos.

Si bien los conflictos profundizan las diferencias entre hombres y mujeres, la ONU señala cómo las mujeres han sido capaces de liderar movimientos de paz e impulsar la recuperación de las comunidades después de un conflicto. Cynthia Cockburn (2007) 3 señala como grupos de mujeres organizadas en países como Colombia, Nepal, Serbia, Irlanda del Norte, Uganda y Somalia no solo han contribuido al activismo por el final de los conflictos que afectaban a sus países, sino también en los contextos que pusieron en marcha la transición de la guerra a la paz.

Dentro de estos grupos organizados podemos destacar aquellos que se dedican a la búsqueda de familiares desaparecidos en tiempos de conflicto. Bojana Djokanovic (s/f)4 señala cómo, a pesar de que los hombres son globalmente las principales víctimas de desaparición forzada, son las mujeres quienes generalmente encabezan la búsqueda de personas desaparecidas.

Un informe del Centro Internacional de Justicia Transicional titulado “Los Desaparecidos y los Invisibles: Revelando el Impacto Duradero de Desaparición Forzada en Mujeres” (2015)5 destaca los casos de Chile, Argentina, Brazil, Colombia, Guatemala y Sudáfrica, donde grupos organizados de mujeres, a través de su activismo, tuvieron distintos niveles de éxito en los programas de reparación dirigidos a familiares de personas desaparecidas, particularmente aquellos dirigidos a madres y esposas.

Si bien el género es una variable clave para entender los conflictos y establecer estrategias de justicia transicional efectivas, su inclusión al discurso y la formación de políticas públicas y procesos de paz no se ve como algo intrínseco, concomitante pues, sino como un “ingrediente adicional” que siempre se añade demasiado tarde, usualmente cuando el incendio ya está fuera de control y no sabemos cómo apagarlo.

Lo que la justicia transicional con enfoque de género busca es reconocer la diversidad y la interseccionalidad de las experiencias de las mujeres durante el conflicto, así como sus necesidades específicas en lo que respecta a los esfuerzos de búsqueda de verdad, justicia, reparación del daño y construcción de paz duradera. En el caso de México, construir un proceso de justicia transicional con enfoque de género es un asunto urgente, ya que las raíces de la violencia hacia las mujeres son muy profundas y abarcan tanto la esfera privada como la pública, y dentro de ésta última, la violencia de género en contexto de conflicto.

¿Por dónde empezar? El primer paso es reconocer la multiplicidad de experiencias que viven las mujeres mexicanas y deshacernos de la creencia de que existe solo un tipo de víctima: aquella sin agencia, vulnerable, completamente sometida, sin capacidad de decisión o posibilidad de defenderse. Esta categorización tan rígida es peligrosa, ya que aquellas que no entren en este molde se vuelven invisibles, y por lo tanto, incapaces de ser consideradas en un proceso adecuado a sus experiencias y necesidades específicas.

Hablar de un enfoque de género en la justicia transicional es también mirar hacia atrás y considerar la forma en que las mujeres mexicanas vivían antes de que la violencia en el país se disparara. En el caso de México, los números dejan claro que los ciclos de violencia inician desde una etapa temprana de la vida y a menudo ocurren dentro de la esfera privada.

Para que las políticas públicas y mecanismos de justicia transicional sean efectivos, es esencial que desde lo privado -desde la familia y la pareja- existan procesos para erradicar la violencia de género. Puede que el conflicto y la violencia a nivel macro hayan cesado, pero eso no significa que las mujeres estén en espacios seguros dentro de la esfera privada. Si una mujer tiene que continuar con su vida entre ciclos de violencia, las iniciativas a gran escala no tendrán el impacto esperado. El construir lugares seguros para las mujeres post-conflicto es también una forma de construir paz de forma duradera y sostenible.

Hablar de justicia transicional con perspectiva de género también consiste en asegurarse que las mujeres sean parte de los procesos de impartición de justicia y construcción de paz. Sin embargo, y a pesar de esfuerzos recientes por alcanzar paridad de género en espacios públicos, en México siguen faltando mujeres en puestos claves para iniciar un proceso de justicia transicional.

Datos del INEGI (2018)6 mostraron que, en el ámbito federal, el Consejo de la Judicatura Federal se integraba en un 27% por mujeres, la magistratura en un 18% y el porcentaje de juezas era de un 23%. A nivel nacional, esta encuesta muestra que solo el 28% de los integrantes de los Consejos de la Judicatura son mujeres.

A pesar del reto que presentan estos datos, las mujeres mexicanas se han organizado desde la Sociedad Civil. De acuerdo con Alternativas y Capacidades, existen 606 organizaciones7 en México que trabajan en aspectos de defensa y promoción de derechos humanos de las mujeres, desarrollo de capacidades y habilidades, defensa y atención a víctimas de violencia, investigación e incidencia política.

El luchar por la paridad de género en todos los espacios de la vida pública de México es esencial para construir un proceso de justicia transicional con enfoque de género para asegurarnos de que las mujeres ocupen papeles activos en estos procesos. No basta con ser invitadas como observadoras, deben también involucrarse como contribuyentes y responsables de la toma de decisiones y la impartición de justicia. De esta forma, nos aseguraremos de visibilizar sus experiencias, la complejidad de las mismas, y proponer cambios y procesos que verdaderamente respondan a sus expectativas y necesidades particulares.

En conclusión, la “novedad” de un posible proceso de justicia transicional en México es un área de oportunidad ya que todavía estamos a tiempo de incluir la perspectiva de género desde la concepción y no como una adición tardía. Es momento de llevar a cabo esta cirugía contra la ceguera de género de forma sistémica para poder hablar de procesos de paz efectivos, interseccionales e inclusivos.

* Diana Ortega Torres (@soydot) es egresada de la Maestría en Resolución de Conflictos y Justicia Social por la Universidad de la Reina de Belfast. Actualmente, se desempeña como docente en el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO.

1 Tabak, S. (2011). False Dichotomies of Transitional Justice: Gender, Conflict and Combatants in Colombia. SSRN Electronic Journal, 44(103), pp.104-163. Disponible aquí.

2 Pankhurst, D. (2009). Gendered Peace. Taylor & Francis.

3 Cockburn, Cynthia. 2007. From where we stand: War, women’s activism and feminist analysis. Londres: Zed.

4 Djokanovic, D (s/f) Gender and the missing. International Commission of Missing People Disponible aquí.

5 Dewhirst y Kapur (2015) “Los Desaparecidos y los Invisibles: Revelando el Impacto Duradero de Desaparición Forzada en Mujeres.” Centro Internacional de Justicia Transicional (online). Disponible aquí.

6 Disponible aquí.

7 Disponible aquí.

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